domingo, 2 de mayo de 2010

ASIGNATURA OPTATIVA: Resumen de la clase del 26 de abril de 2010

Tiamat, las aguas saladas


El panteón sumerio (cada ciudad-estado tenía su propio panteón, encabezado por la divinidad "políada", protectora de la ciudad, pero los dioses principales solían estar presentes en todos los panteones locales) estaba encabezado por cuatro divinidades: tres masculinas:

- el Dios del Cielo (An; An era un nombre común que significaba cielo, parecido al semita El, presente en Elohim, uno de los dos nombres del dios bíblico);

- el Dios del Aire (Enlil, que mediaba entre el Cielo y la Tierra, el dios-padre y los humanos, transportando por los aires las órdenes del dios supremo);

- el Dios de la Tierra y de las Aguas Dulces (Enki, el dios de la arquitectura, cuyo nombre, literalmente, se traduce por Dios de la Tierra, una Tierra, sin embargo, perteneciente al delta de los ríos Tigris y Eúfrates, hoy en el sur de Irak, pantanosa, cubierta de marismas y cañaverales, en la que la tierra y el agua se mezclan, para producir un suelo inestable pero fecundo);

y, finalmente, una divinidad femenina,

- La Diosa de las Montañas y las Cuevas, esposa del dios del Cielo (Ninhursag, seguramente una diosa muy antigua y principal, una diosa-madre, que recibía otros nombres tales como Ama -madre- y Nammu).

Dado que en los panteones politeístas las divinidades están insertas en una trama de dioses cuyas funciones o poderes se completan y se matizan, cada divinidad (como Enki, el dios de la arquitectura, cuyo comentario nos va a permitir conocer y valorar el imaginario arquitectónico mesopotámico, que influenciará a los imaginarios griego y bíblico, fuentes de la cultura occidental) debe de ser estudiada en relación con las que mantiene relaciones.

En el caso del Dios de la Tierra y las Aguas, el dios constructor Enki, es útil ponerlo en relación con su hermano Enlil y con su madre Nammu.

La escritura mesopotámica, cuneiforme, consistía en unos ideogramas, parecidos a los chinos actuales, que, en su origen, reproducían las características principales de las cosas designadas: consistían en dibujos naturalistas, como los jeroglíficos egipcios, que, debido a las características del soporte (tablillas de barro en las que el trazado de las líneas provocaban molestas rebabas que afeaban y deformaban los dibujos), se simplificaron y se esquematizaron hasta convertirlos en signos casi abstractos, compuestos por unas cortas líneas horizontales, verticales e inclinadas, que geometrizaban los iniciales contornos naturalistas. Sin embargo, el referente no estaba enteramente perdido y, en los signos cuneiformes, se percibe aún a menudo un eco del signo inicial naturalista.

Nammu se escribía con un signo compuesto por cuatro tramos rectos que dibujaban un espacio cuadrado cerrado, cuyo centro se destacaba mediante un pequeño signo estrellado. Se trataba de la geometrización de un dibujo más antigua que, posiblemente, reprodujera un espacio o una superficie acotado y centrado, quien sabe si una laguna con una isla en el centro.

Este signo tenía diversas lecturas, diversos significados -algo que también ocurre con nuestras palabras que pueden significar cosas distintas-. Todos estos significados estaban relacionados: Matriz ; Río; Aguas Sapienciales o de la Sabiduría, es decir Aguas Primordiales, fuentes de vida y de conocimiento (Abzu); y Nammu

La diosa madre Nammu, madre de Enki -el dios de los constructores- estaba asociada a las aguas quietas y corrientes; aguas dulces, fértiles y fecundantes, siempre; aguas de las que la vida brotó, como de una matriz primordial que rompiera aguas al dar a luz.

En el imaginario mesopotámico, existían dos mitos fundacionales distintos, pertenecientes a pueblos situados en parajes diversos: uno, que concedía la primacía de la creación del universo al Cielo, y otro a las Aguas de los Orígenes (Abzu).

Estas aguas eran una divinidad femenina. En Babilonía, las aguas primordiales eran de dos tipos, dulces (Abzu o Apsû) y salobres (Tiamat, un término que dió lugar al griego Thalassa, el mar); dos divinidades acuáticas que, al mezclar sus aguas, en el momento de la creación, engendraron a las primeras grandes divinidades, entre las que destacaban su hijo, el Cielo (An), y su nieto, el Dios de la Tierra y las Aguas (Enki), uno de cuyos epítetos significaba Procreador y Creador (Nudimmud), lo que revela que la creación (artística o manual, humana) era equiparada con la creación por antonomasia, la creación o procreación de entes vivos, una facultad que poseía la diosa-madre Nammu y su hijo el Dios de los Arquitectos.

La divinidad de las Aguas Primordiales (Abzu o Nammu) existía también en Grecia. El poeta arcáico Hesíodo, autor de la Teogonía (un largo poema que cuenta la creación del universo y de los dioses), explicaba que en los orígenes solo existía una divinidad llamada Caos. Ésta no era la materia prima informe y caótica, antes de la conformación del mundo, sino una diosa madre concebida en el momento del parto. Literalmente, caos (chaos o jaos), en griego, significa falla, grieta, herida, y evoca la imagen de una vagina abríendose para dar a luz. Este estrecho canal, un espacio cóncavo -receptáculo de vida-, era descrito como un lugar insondable, oscuro y húmedo, que se entreabría en el momento de la creación o procreación del universo.

Caos era una divinidad y un espacio; lugar subterráneo, relacionado con el Tártaro, el Hades (dos espacios subterráneos infernales, en los que las almas de los difuntos eran enviadas), y el Océano. Éste no era el mar salado, sino las aguas dulces subterráneas que afloran en manantiales, fuentes, lagunas y marismas.
Caos y Océano estaban estrechamente unidos. De algún modo, Caos contenía a Océano: Caos era el receptáculo de las fecundas aguas dulces, de cuyo seno emergió la vida.

Las diosas griega Caos y mesopotámica Abzu eran muy similares: diosas sin cuerpo definido ni rostro, diosas primordiales engendradoras de la formas y la vida en el universo.

El dios de los arquitectos mesopotámico, Enki, era hijo de las aguas fecundas. Descendía de ellas; reinaba, vivía sobre y en ellas.

¿Qué imagen, entonces, se fragua de esta divinidad? ¿Cuáles son sus tareas?

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