lunes, 21 de marzo de 2011

(Asignatura optativa). Resumen de la clase del martes 15 de marzo de 2011: La recta y la curva



El nombre del apóstol Tomás, el patrón de los arquitectos, significa gemelo (en hebreo) -el nombre de Tomás, en griego, Dídimo, también significa gemelo-.

La gemelidad conlleva la existencia de dobles. La familia de términos generados por "doble" incluye adjetivos como dúplice (engañoso), sustantivos como doblez (engaño), y verbos como doblar, duplicar y doblegar.

Se doblega, a base de fuerza, objetos resistentes y rectos, y voluntades. Tanto en un caso como en otro, algo se curva; en el caso de personas, éstas inclinan la cabeza, es decir, doblan el cuerpo.

Esgte gesto indica sumisión: Quién se entrega reconoce la superioridad física o moral de la persona ante la que se inclina. Se sabe o se reconoce más débil. En caso de enfrentamiento, no combate, sino que se entrega. Esa actitud contrasta con la del valeroso que se mantiene firme, erguido. Ni se sienta, si se rebaja o se encoge, sino que la posición recta simboliza su entereza, de nuevo física y moral. No tiene una actitud doble.


En las culturas antiguas y modernas, la recta y la curva han despertado imágenes antitéticas. Más allá del organicismo (que, por otra parte, evoca un retorno a un mundo "natural", "pre-urbano", salvaje -aunque sea el del "buen" salvaje), la línea recta, vertical u horizontal, ha expresado claridad de ideas y de intenciones, una actitud decidida, que va "directa al grano", sin recovecos ni ambigüedades. Rectos eran héroes como el griego Aquiles, quien combatía empuñando la espada, cara a cara, sin esconderla -lo que acontece cuando uno dobla el testuz-. Pero la rectitud y el ataque frontal también significan falta de cálculo, cierta imprevisión. Se puede llegar a cometer imprudencias si se es excesivamente franco, se se actúa movido por un pronto.


Por el contrario, la línea curva -tradicionalmente asociada a valores femeninos o afeminados-, es el resultado de un deambular de un lado para otro, como si no se supiera dónde ir, o se temiera ir en línea recta. Los andares en línea curva indican previsión (un borracho, un loco deambulan) y temor: Se camina dando rodeos, como si se retrasara la llegada a la meta, o se tuviera miedo de ésta.


El la Grecia clásica, el zorro era el animal que mejor ejemplificaba los andares ondulantes (el cuerpo, el tamaño del zorro se prestan bien a este movimiento), que se oponían al ataque directo del león.
 Un viejo zorro es una figura astuta, que cavila, no improvisa. Espera siempre el momento oportuno. Toma a su presa por sorpresa. Atacar por la espalda, un acto inconcebible para un héroe franco, no constituye problema alguno. No se busca combatir con las mismas armas. Un zorro es engañoso. Parece que retrocede, que abandona, cuando en verdad busca que la presa, viendo que su atacante gira, seda la vuelta y le da incluso la espada, baje la guardia. El ataque del zorro conlleva un doble (siempre este término) movimiento: retroceso y avance desviado.

El arma recorrida por esas dos fuerzas contrarias es el arco (término que visualiza una forma curva). No solo conjuga una asidera curvada unida a una cuerda recta, tensa, sino que el tiro al arco conlleva un movimiento de retroceso para poder disparar la flecha hacia adelante. Ésta, por otra parte, no se dirige en línea recta hacia la presa o la meta. Circula por los aires trazando un amplio arco. Se apunta hacia el cielo, hacia lo alto cuando, en realidad, se pretende alcanzar un objetivo en la tierra.
Finalmente, las flechas siempre se disparan desde muy lejos. Los enemigos pueden ni verse las caras. Tiene que mediar una prudente distancia entre ellos. Las flechas llueven del cielo sin que se sepa quién las ha disparado. Los arqueros, incluso, tienen que apoyar una rodilla al suelo para disparar mejor, como si fueran incapaces de mantenerse erguidos.

El arco, arma que contrasta con la espada de los caballeros. Arma de soldados plebeyos, quienes, además, disparan juntos, como si temieran luchar solos, como hacen los héroes. Ningún arquero puede reivindicar  un logro. Éste es anonimo. La flecha es una de las muchas que han sido proyectadas.

En la Grecia arcáica y clásica, se afirmaba que el arco era manejado por el ejército persa 8rival tradicional, temido y despreciado por los griegos); el héroe griego recurría a la lanza y a la espada.
Eso no es óbice para que dioses como Ártemis y Apolo (gemelos) empuñaran casi siempre el arco, un arma que solía ser considerada un atributo de Apolo, el dios de la arquitectura.
Mas, como veremos, Apolo -al igual que su hermana Ártemis- era conocido como una divinidad artera, temible y cruel, del que nadie se tenía que fiar. Como de cualquiera que nos puede sorprender, engañar, apuñalar por la espalda.

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