viernes, 25 de febrero de 2011

Asignatura troncal: resumen de la clase del 23 de febrero de 2011





Paul McCarthy Slideshow 02-07-09 from mxxx palmer on Vimeo.

Algunas veces, se tiene la impresión que las asignaturas de estética, historia y composición explican lo mismo. No solo estudian un mismo tema, la obra de arte o de arquitectura, sino que la abordan de modo similar. La repetición o duplicación no puede dejar de ser  obvia.

Y, sin embargo, la composición, la historia y la estética, junto con otras materias o enfoques como la crítica (del arte o de la arquitectura) tienen como fin estudiar determinados aspectos de la creación artística, los cuales, juntos, ofrecen pueden desvelar el significado de la obra.

No abordaremos aún las diferencias y similitudes entre aquellas tres materias, sino que deberíamos responder previamente a una pregunta que quizá nos hayamos hecho: ¿son necesarios conocimientos previos para entender el arte? Éste, ¿no debería ser accesible a todo el mundo?, o ¿no sería preferible abordar la contemplación y la comprensión de las obras de arte sin juicios preconcebidos, sin conocimientos que puedan influir en nuestra manera de apreciar la creación y de analizarla o teorizarla? A menudo, en efecto, se ha dicho que todo los datos sobre el artista y la obra condicionan el encuentro con la obra; antes que facilitarlo, lo complican. La cabeza llena de datos y opiniones, mis sentidos ya están predispuestos para recibir de un modo prefijado la obra de arte.

La pregunta, sin embargo, que podríamos hacernos es: ¿es eso cierto? El conocimiento previo ¿es negativo para el juicio sobre el arte? o, planteada de otro modo: ¿puedo abordar la comprensión del arte sin saber nada de antemano?

Antes incluso de responder, cabría quizá una pregunta más inmediata: ¿es fácil o inmediato el reconocimiento de la obra de arte? o, ¿acontece como en una cita a ciegas? Sin haber visto ninguna foto, es difícil o imposible encontrarse con una persona desconocida en un espacio público, sobre todo si está lleno de gente, como, por ejemplo, un museo, un domingo, en una exposición de éxito.

 La pregunta parece vana o absurda: ¿alguien duda de que sepamos reconocer un cuadro o una estatua en una sala llena de trastos, enseres, muebles y objetos decorativos? Supongo que cualquiera sabría hacia dónde mirar, es decir qué interpretar, dejando de lado los sofás cubiertos de cretona, o los productos de limpieza que se estarían utilizando si la sala se estuviera ordenando en aquel momento -en el caso de que dejaran entrar mientras se friega.

Los cuadros y las estatuas naturalistas parecen no plantear problemas de identificación. Todos sabemos qué es un cuadro y qué es una estatua. Mas, entonces, ¿nuestra mirada es totalmente inocente, si estamos en posesión de, al menos, esos conocimientos -¿innatos o adquiridos?

Desde que, en 1917, un urinario hubiera podido pasar por una obra de arte, es decir, hubiera sido considerado, aceptado como una obra de arte, y juzgado como se valoran las creaciones artísticas, todo puede acontecer en el arte: todo puede ser una obra de arte: polvo, residuos, basura, sangre, excrementos (la célebre escultura titulada, hace ya casi sesenta años: Merda d´artista, de Piero Manzoni), lo que sea. No hay nada, absolutamente nada -Kant precisaría: salvo lo que produce asco, pero esto acontecía en el siglo XVIII, y no es seguro que dicha observación fuera válida hoy- que no pueda ser o convertirse en arte.

Sin embargo, se produce de inmediato un problema: ¿cómo puedo reconocer una obra de arte -y el reconocimiento es previo, y necesario, para la interpretación de la obra- si todo puede ser arte: todo puede ser, mas no todo lo es. Incluso en una sala atestada de arte contemporáneo, no todo es arte: las puertas, las vitrinas, el extintor, el público no lo son, aunque la sala pueda exponer obras "en forma de" o consistentes en puertas, vitrinas, extintores, o público. Incluso cabe la duda ante el polvo en una esquina: ¿es fruto del olvido del personal de limpieza, o es una obra -maestra o no-?

La pregunta puede parecer ridícula, pero del mismo modo que es preferible -o necesario- saber quién es un juez (en un tiempo en que los jueces ya no llevan peluca) antes de un pleito, es imprescindible saber qué es arte antes de y para inquirir sobre su estatuto y su significado. Recuerdo anécdotas divertidas (y, luego, algo embarazosas para el estudiante) cuando empezaba a dar clases y era casi más joven que los alumnos: algunos me confundían con un compañero de fatigas y exponían todo lo que pensaban sobre, por ejemplo, la asignatura....

Si el reconocimiento no es inmediato o fácil, si, por tanto, tenemos que saber qué vamos a ver para verlo e interpretarlo, ¿se puede acudir la mente en blanco a una exposición? ¿De dónde, en caso contrario, proceden los datos necesarios para que la teoría del arte se pueda llevar a cabo?

Véase una acción de del californiano Paul McCarthy: Destruction of the Body, 2001, o del accionista vienés  Otto Muehl, Psycho-Motorische Geräuschaktion (1967) (he buscado una acción "suave") 

No hay comentarios:

Publicar un comentario