sábado, 5 de marzo de 2011
Asignatura optativa: resumen de la clase del 1 de marzo de 2011. El plano y la realidad
La ceremonia de la primera piedra consiste en la deposición de objetos -u ofrendas- a o en la tierra, en el sitio en el que posteriormente se colocarán los cimientos del edificio cuya obra se inicia. Dicho acto, practicado para edificios principalmente públicos, está presidido por autoridades o personalidades públicas (desde presidentes de gobierno hasta figuras del espectáculo).
La ceremonia culmina con la entrega en la tierra de un paralelepípedo de piedra o de hormigón (la "primera piedra") en el que se ha insertado un cilindro de aluminio herméticamente cerrado que contiene una serie de objetos de escaso precio pero alto valor. Destaca una copia de los planos del edificio.
Dado que es muy difícil que ningún humano los descubra -el edificio cuya construcción se inicia sepultará estos documentos-, al menos durante muchos años, estos documentos no se guardan para los estudiosos ni las generaciones venideras. Sin embargo, todo el esfuerzo vertido en esta ceremonia implica que se considera importante que esta entrega se lleve a cabo.
Si la razón de ser del acontecimiento no es de orden práctico -es difícil que alguien alcance a decubrirlos si se necesitaran, dado que los cimientos no son ¡archivos de fácil acceso!-, su sentido, si lo tuviera, sería de cariz simbólico.
Nadie sabe a fe cierta porque esta actuación se organiza con cierta pompa y circunstancia. Lograr que la Princesa Estefanía de Mónaco, la cantante Madonna, o un presidente de gobierno, acudan a presidirla y pongan las manos en la masa -abriendo una zanja, manejando una paleta, utilizando hormigón, etc.-, no es fácil, por lo que se debe considerar que algo esencial aporta a la obra.
Los planos del edificios se incluyen entre los objetos o materiales entregados a la tierra. Un gesto que se practica desde la noche de los tiempos, cuando piedras grabadas o tablillas de terracota con la planta del edificio inscrita ya se practicaban en el Egipto faraónico y Mesopotamia.
A diferencia de una representación en perspectiva que no permite saber las medidas reales de un edificio, las plantas y los alzados, trazados a escala, proporcionan una imagen veraz, ya que resultan de la proyección ortogonal de un volumen sobre un plano. Cada cara del edificio se imprime en el soporte. De este modo,imagen y modelo coinciden punto por punto. Dispongo de toda la información necesaria sobre la forma y proporciones de lo que se va a construir, información que la memoria escrita completa. De algún modo, es como si ya tuviera el edificio contenido en los datos gráficos y escritos del proyecto de arquitectura y constructivo.
La relación entre un plano y un edificio es similar a la que mantiene un boceto y una obra de arte. Pero mientras un boceto es un apunte, una imagen de la obra completa, el plano apunta hacia el edificio: Lo trae a colación.
Se pueden levantar planos de edificios existentes, mas la mayoría de los planos que los arquitectos realizan se refieren a edificios por construir. Sin embargo, éstos podrán ser llevados a cabo sin problemas ni dudas -de hecho la dirección de obra no incumbe siempre al proyectista- gracias a la información que los planos proporcionan, como si el edificio ya estuviera en ciernes en los planos y la memoria descriptiva.
El edificio, por tanto, surge del proyecto. Éste lo anuncia y lo presenta. El edificio, inexistente aún, ya tiene una realidad anticipada (tal es el significado del substantivo proyecto o pro-yecto: viene del latín pro-jaccio, que significa plantar o hincar (en el suelo) a la vista de todos, a cierta distancia o antes de tiempo). Gracias a los planos, podemos saber cómo será, qué "ser" tendrá. "Es" ya, ante nosotros, cobra "existencia" antes de presentarse físicamente. Y cuando acontezca no diferirá para nada de lo que el proyecto pronostica. Punto por punto coincidirá con la información gráfica que el plano brinda.
Así pues, el edificio surge del proyecto. Sin éste, no existiría, al menos como "proyecto unitario", como ser bien articulado, convenientemente planificado y creado.
El proyecto es el germen del edificio.
Éste se alza sobre la planta trazada en el suelo, sobre el replanteo de los límites del edificio. Antes de obrar, es necesario dibujar sobre la tierra el lugar exacto que el edificio ocupará y sobre el que se asentará.
Ocurre que dicha planta, trazada en el terreno, necesariamente coincide con la planta dibujada. No es sino una proyección de ésta. Por tanto, el edificio se asienta y crece desde o partir de la planta en el terreno. Y la coincidencia entre esta planta y la planta baja del edificio tiene que ser absoluta. El edificio tiene que ocupar y cubrir la totalidad del trazado en en solar, sin apartarse de él -a menos de cambios en la obra, que exigen, previamente, cambios en el proyecto-.
Ambas plantas, en el terreno y en el plano a escala, coinciden. Por tanto, el edificio brota del plano. Éste no solo lo anuncia, sino que lo trae a colación: le da nacimiento. Si los planos no estuvieran depositados en la tierra, ocurriría lo mismo que si tratáramos de obtener frutos sin sembrar. Las simientes son imprescindibles si queremos que las plantas, los entes vivos crezcan.
El edificio se construye, entonces, porque existe un proyecto previo, que está en la base de la construcción. En la base en sentido literal: se halla depositado bajo el edificio en ciernes; ocupa el lugar exacto que será posteriormente ocupado por la obra.
Pero eso implica que consideramos que un edificio se alza como crecen las plantas y los árboles: ocupan el espacio a partir de un germen.
Esta asociación entre un edificio y un árbol es inmemorial. En todas las culturas los cimientos, el cuerpo y la cubrición de un edificio han sido comparados con las raíces, el tronco y la copa de un árbol. Éste ofrece un abrigo, protege, aporta una sombra bienhechora al igual que un edificio. Por otra parte, el árbol, al igual que el edificio, mantiene unidos y bien articulados, en el lugar que les corresponden, a los tres niveles del cosmos: el subsuelo (el espacio inferior o infernal), el mundo visible o terrenal, y el espacio superior celestial. Gracias a los árboles, considerados columnas cósmicas, las potencias que reinan en cada nivel se comunican, y mantienen el cosmos unido y organizado. El caos, cuando todo vuelve a un estado indiferenciado, queda ahuyentado gracias al árbol.
Un edificio, toda obra de arquitectura, se comporta como un árbol o un pilar cósmica: es el testimonio que el ser humano -y, anteriormente las potencias sobrenaturales- han logrado ordenan el mundo, y lo mantienen con el orden debido.
Un edificio simboliza, así, la creación: es el resultado de un acto creativo gracias al cual se habilita un espacio, o el espacio.
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