sábado, 30 de abril de 2011

Asignatura troncal. Resumen de la clase del miércoles 27 de abril de 2011. Ciencia y Estética



Pablo Picasso, Retrato de Gertrude Stein, 1906 (Metropolitan Museum of Art, Nueva York)





Andy Warhol: Screen Tests (retratos filmados), 1964-1966

La realización del retrato de la escritora norteamericana Gertrude Stein por Pablo Picasso, en el París de 1906, fue una tortura. La modelo tuvo que posar más de un centenar de veces. Tras meses de trabajo, el cuerpo estaba bien pintado, mas no así el rostro, que Picasso rehacía una y otra vez.No lograba "captar" a su modelo -y, por tanto, no sabía qué ni cómo plasmar lo que buscaba pero no hallaba mediante el encuentro directo, la confrontación, el cara a cara con Gertrude Stein que se mostraba ante él. La imposibilidad de alcanzar una imagen que diera cuenta de la "verdadera" personalidad de la escritora llevó a Picasso a abandonar, irritado, la obra, regresar a Barcelona y refugiarse en el perdido pueblo de Gósol, en los Pirineos, a los que se llegaba en burro tras tres días de caminos estrechos al filo de un precipicio. Allí, Picasso descubrió el arte románico. De vuelta, se precipitó sobre el lienzo. No hizo falta que Gertrude Stein posara de nuevo. En unas pocas horas, el retrato había concluido. La faz estaba perfectamente fijada: reflejaba, según Picasso, lo que Gertrude Stein era -o se iba a ser. Hoy es, sin duda el retrato más célebre del siglo XX. Y a Gertrude Stein es imposible concebirla en ausencia de su "verdadero" retrato. 

Picasso buscaba lo que la apariencia de Gertrude Stein encerraba. Quería ir más allá de la máscara -sin dejar de atender a su apariencia. La cara tenía que reflejar o traducir lo que Gertrude Stein era "verdaderamente". Su personalidad, su "verdadero" ser tenía que mostrarse en su cara. Picasso tenía que lograr que Gertrude Stein revelara quien era (qué pensaba, cuales eran sus sentimientos, cómo era en "verdad") y tenía que ser capaz de cazar al vuelo dicha revelación y plasmar plásticamente su descubrimiento. Debía interpretar lo que la cara de la modela significaba -significación que no era palpable de buenas a primeras, pero que solo se podía desvelar de un golpe de vista, cuando Gertrude Stein so olvidara de sí misma y abandonara, por un momento, la pose (tras la que escondía su "verdadero" ser e impedía que éste fuera alcanzado). Picasso tenía que derribar una barrera hasta llegar al fondo, o, mejor dicho, tenía que lograr que el fondo ascendiera hasta la superficie y se dejara vislumbrar a través del rostro, como si éste, como se ha dicho tantas veces, fuera "el espejo del alma". Pues no se trataba de que Picasso no "guardara" o no "mantuviera" las apariencias -algo que dejó cuando inició el cubismo gracias al cual pretendía hacer saltar en mil pedazos el envoltorio de las cosas y las personas para descubrir qué eran: tentativa que acabó en un fracaso: en los cuadros cubistas no se "ve" o se "descubre" nada; todo lo que hubiera tenido que revelarse tenía que haber sido manifestado en la apariencia o superficie; hecha añicos, no quedaba nada-; se trataba que lograra que el rostro de Gertrude Stein manifestara, siquiera por un momento, quien era en "verdad".

Así que Picasso, al igual que cualquier buen retratista, independientemente del género artístico y de la técnica escogidos, buscaba lo que buscan todos los científicos: conocer "de verdad" qué son las cosas. Pero los científicos no confían en sus sentidos. Antes bien, tienen que olvidarse de cualquier impresión sensible; no pueden "mostrarse sensibles" ante lo que estudian; el objeto de estudio no puede emocionarles; dejará que la emoción, en todo caso, estalle una vez el experimento o estudio concluido satisfactoriamente. El científico mantiene la cabeza fría; se mantiene distante; observa, analiza con total objetividad, guardando las distancias, a fin de no implicarse "emocionalmente" y perder "de vista" los objetivos o fines. Lo que estudia no tiene que ser o significar nada para él. Pues entonces, posiblemente, no podría emprender las pruebas o los experimentos, quizá dolorosos o destructivos, necesarios. La apariencia del objeto o tema de estudio tampoco puede ser tenido en cuenta. Nada tiene que interponerse, nada tiene que desviarle del fin perseguido.
Por otra parte, una vez concluido el estudio, que tiene que aportar una solución a cualquier caso planteado -so pena de tener que repetir todo el experimento a fin de dar cabida a cualquier caso singular-, el experimento tiene que poder ser repetido indefinidamente dando lugar a unos resultados idénticos. El experimento o estudio tiene que ser verificable por cualquiera.
Un método de estudio muy distinto al que práctica el intérprete (artista o espectador). Pues la verdad, que persigue al igual que el científico, quizá solo se alcance una vez; algo, imperceptible, fugar y transitorio, de pronto nos dice lo que !hay" delante nuestro, lo que es o significa, el "verdadero" sentido de las cosas (artísticas o naturales). La sonrisa de la Mona Lisa que Leonardo captó y plasmó, sonrisa que para muchos descubre las profundidades, o las turbulencias del alma de la modelo, sobre la que tanto se ha descrito -se ha llegado a decir que la sonrisa de la Gioconda denotada que ésta estaba en posesión de la verdad del mundo, sabía todos los secretos del mundo y del hombres-, posiblemente solo afloró por un instante, que Leonardo logró obtener e interpretar tras meses de pose, como en el caso del retrato de Gertrude Stein.

Ya sabemos cómo se interpreta, cómo se descifra el mundo y el arte: a través de un contacto directo con él. Las emociones "verdadera" solo se alcanzan cuando intimamos con algo o alguien. Y es de este encuentro íntimo e insustituible cómo podemos saber cómo son las personas y las cosas que apreciamos -que nos interesas, atraen, turban o despiertan sensaciones placenteras o desagradables. A fin que algo a alguien nos "diga" algo, es imprescindible que "sintonicemos" con él; que lo percibamos. Por mucho que reflexionemos, o que soñemos, nada reemplaza la experiencia directa; y un primer golpe de vista, una primera impresión puede decir" mucho sobre algo o alguien; puede incluso "decirlo" todo; podemos saber qué o cómo es; qué significa, qué sentido tiene, y si "tiene sentido" que sigamos intimando; las emociones o impresiones sensibles son portadoras de conocimiento; nos ponen en alerta sobre lo que "verdaderamente" acontece ante nosotros.

Pero, entonces, siendo así que sabemos que solo podemos conocer "en profundidad" a través de las impresiones sensibles -un método opuesto al de la ciencia, que evita "sensiblerías", "emocionarse"-, cabe preguntarse qué se persigue; es decir que aporta o busca el conocimiento sensible, es decir la estética; cuando interpretamos una obra, una persona o una cosa, qué esperamos; qué queremos; qué buscamos encontrar.
una y otra vez, la palabra "verdad" ha aparecido. Picasso buscaba la "verdad" de Gertrude Stein. ¿Qué es la verdad? ¿Qué "significa" la verdad?

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