El conocimiento del arte pasa por su reconocimiento. La interpretación de una obra de arte requiere solo un contacto sensible, una confrontación con ella. No se puede juzgar ningún espectáculo, ninguna obra, sin haberla visto (o sentido) antes. De "oídas" no se puede valorar. El desciframiento del "misterio" que la obra encierra exige que nos "enfrentamos" a ella: nos pongamos ante ella y "veamos" qué dice u ofrece.
Todo conocimiento acerca de las "circunstancias" de la obra (autor, época, técnica, materiales, entorno cultural, etc.) ayudan -o son indispensables- para una correcta "valoración", para hallar el significo adecuado, o para otorgarle una significación que case" bien con la forma u apariencia de la obra. La obra dice: para escuchar, captar lo que nos comunica, tenemos que estar "a la escucha", receptivos, con todos los sentidos en alerta. En el caso de obras "performativas" que mueven imágenes, textos, música, etc. (un ballet, una obra de teatro, un concierto, una "performance"), cualquier dato sensible ayuda a "entender" mejor que es lo que la obra dice o puede decir.
Los sentidos son los órganos del conocimiento sensible o estética. Para teorizar hace falta sentir. El sentido se alcanza sintiendo. La sensibilidad -la capacidad sensible- lleva al significado de la obra. La imagen sensible (textual, musical, plástica, olfativa, táctil) que nos llega o que alcanzamos nos da las pistas para descifrar la obra de arte.
¿Los sentidos, medios de conocimiento cierto? Hasta finales del siglo XVIII, esta afirmación era un sin-sentido. Solo la razón era capaz de descifrar los secretos de la creación (natural o artística). Los sentidos solo llevaban a engaño. Esta creencia, defendida en los textos de Platón, y del cristianismo, entre otros, implicaba la desvalorización del conocimiento a través de los sentidos. Mas, ¿cómo proceder de otra manera? Una obra de arte se ofrece a los sentidos: es un espectáculo que se manifiesta ante nuestros ojos (y nuestros sentidos, en general). Por tanto, su significación solo puede ser alcanzada tras haber tenido un contacto sensible con ella; o, mejor dicho, mientras mantengo este contacto. Una obra -una película, un concierto, una pintura, etc--, mientras es percibida, disfrutada, "da qué pensar". Y lo que da a pensar, lo que invita a pensar es el significado de la obra que la imagen, su apariencia o forma, su plasmación sensible expone. Una obra comunica cuando se expone (a los sentidos de los espectadores, de sus "intérpretes").
Los ejemplos de errores supuestamente cometidos por los sentidos son innumerables. Los sentidos, se dice, engañan. No son de fiar. Llueve, sin duda; lo oigo perfectamente; miro por la ventana, y hace sol.
Sin embargo, el novelista francés Marcel Proust, a principios del siglo XX, sostenía, en su obra A la búsqueda del tiempo perdido, que los sentidos son órganos perfectamente capaces de captar o registrar todo lo que se manifiesta a nuestro alrededor; somos nosotros quienes somos incapaces de darnos cuenta de la riqueza y complejidad del mundo que los sentidos captan. No podemos percibirlo todo, aunque lo sintamos todo. La razón, que convierte una sensación pasiva en una percepción activa, solo se fija en cambios significativos en los registros sensoriales, ya que dichos cambios nos ponen en alerta y nos permiten movernos, orientarnos y actuar sin demasiados problemas. Unos pocos datos son suficientes para movernos por el mundo. Mas los datos que nos llegan son casi infinitivos. No podemos, empero, fijarnos en todos. Perderíamos mucho tiempo. Acabaríamos quietos, atentos a todo lo que les llega a los sentidos, o a todo lo que éstos captan. Ser´ñiamos incapaces de actuar, excesivamente fascinados, es decir, inmovilizados ante el "espectáculo del mundo". Por tanto, la razón opera solo con algunos datos sensibles. Es, por tanto, nuestra razón, y no los sentidos, la que nos lleva a equivocarnos sobre cuanto nos rodea. Quienes, sin embargo, son capaces de estar atentos al mundo son quienes han hecho de la observación un modo de vida. Quienes tienen "vista", "oído"; quienes son particularmente sensibles: los artistas o creadores, capaces no solo de sentir más y mejor que los demás, sino capaces de "interpretar" sus sensaciones, es decir, de traducirlas en una forma sensible. Lo que captan, los misterios que desvelan, los conocimientos que alcanzan son traducidos en una forma dispuesta para ser percibida y descifrada por nosotros.
La relación entre la razón y los sentidos, la cooperación entre éstos, que Proust plantea, no es nueva. Ya el filósofo Emmanuel Kant (s. XVIII) defendía el "libre juego" entre la razón y lo que llamaba la imaginación (considerada como el "lugar" donde se almacenan las sensaciones o imágenes obtenidas por los sentidos) de todo intérprete de la obra de arte (o de la naturaleza). De nuevo, la palabra "juego" es central. El arte es un juego, y la obra de arte es similar o idéntica a una práctica "lúdica" -entre una actuación (concierto, teatro, "performance", etc.) y un juego (deporte, mascarada, carnaval, etc.) no existe diferencia: se trata de actuar libremente, sin perseguir ningún fin concreto, si bien los resultados no son inútiles: los logros o beneficios del arte y del juego son considerables, desde la obtención de buenas sensaciones, la resolución de conflictos, hasta el descubrimientos de aspectos inéditos o desconocidos de personas, sociedades, comunidades; en el arte y en el juego, todo entra en juega; se juega, a veces, la suerte o el porvenir de un grupo; se echa a suertes el destino). Para Kant, la interpretación requiere también un juego. Éste pone en juego a la razón y a los sentidos. Actúan libremente; no se condicionan; la razón ni los sentidos mandan ni se imponen; colaboran juntos en el descubrimiento
Los sentidos (siempre en colaboración con la razón, guiados mas no condicionados, alentados quizá por ella), entonces, son un "buen" medio para interpretar el arte; son el único, además. Pero, ¿qué persiguen? ¿Qué buscamos cuando teorizamos? ¿qué esperamos de la obra de arte? ¿qué nos dice o nos aporta?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario