Aunque las reflexiones sobre el disfrute sensitivo -ni ideal, ni lógico- se encuentran ya en el discurso clásico, desde Platón a Epicuro, no será hasta la Ilustración cuando el término que recoge las acepciones más amplias acerca de las percepciones y experiencias no cognoscitivas aparezca en escena. La aesthetica como ciencia que trata sobre aquello que nos produce placer -no físico, sino espiritual- buscará dar respuesta a los problemas que la belleza del mundo plantea a nuestra insignificante existencia. ¿Qué es aquello que nos produce tal placer? Y no solamente qué, si es que existe algo parecido que defina lo placentero, sino cómo podemos reconocer e identificar tal o tales cosas.
En su método científico, la estética presenta sus particularidades al asumir de inicio la imposibilidad de hallar un universal que englobe las diferentes casuísticas de aquello que nos gusta. Atenderá, pues, más a las cualidades singulares que a las cantidades de los objetos estudiados y aceptará, asimismo, el subjetivismo implícito en toda reflexión de tal índole.
"El juicio del gusto no es cognoscitivo, y por lo tanto no es lógico, sino estético, lo que significa que su base sólo puede ser subjetiva", dice Kant en su última crítica.
Si definir semejante tipo de sensación perceptiva sobre aquello que se nos presenta en lo natural depende de tantos matices, reflexionar sobre las experiencias derivadas de los objetos creados se presenta casi como algo mágico. Y más aún cuando ya nada parece ser lo que era en su origen. ¿Qué tiene que ver nuestro arte -muerto o no- con todo lo producido anteriormente? ¿Y cuál es nuestro arte? ¿Y lo anterior? ¿Anterior a qué? ¿Qué tiene que ver, incluso, un estudiante de arquitectura que nació con un navegador inalámbrico bajo el brazo con los que se supone que deben ser nuestros maestros modernos?
Iremos hallando todas las respuestas en las próximas sesiones. En caso de no lograrlo, al menos nadie nos podrá negar el mérito de habernos planteado las preguntas. 1
1 Esas mismas, o parecidas, fueron las palabras de Rilke a su joven amigo poeta: "Viva por ahora en las preguntas, ya alcanzará algún día a conocer las respuestas".
martes, 28 de septiembre de 2010
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